Desnudarse de dogmatismos y vestirse de generosidad, es necesario para recibir a la nueva era

La columna de Rufino Hernández, «Desde el balcón».

¿ Es posible que llegue una nueva era, a pesar de estos dolores de parto que está sufriendo la propia naturaleza, del llanto y rechinar de dientes que está padeciendo la humanidad? Sin duda alguna aparecerá, aunque tenga que ser a través de torrentes, tsunamis, bombas, tiros y trincheras, de las incoherencias humanas.

Venimos de crisis tras crisis, fruto de las contradicciones del sistema económico imperante. En estos tiempos de cambios, los capitalistas buscan colocarse en lugar estratégico para seguir siendo los caciques de la nueva era, que indudablemente vendrá, fruto del agotamiento de de las materias primas, del rechazo de la naturaleza. Ya no admite este vertiginoso ritmo de crecimiento, por que es imposible crecer infinitamente en un planeta finito.

Este enfrentamiento entre la inhumana ambición económica, y la resistencia medioambiental, tiene su propia forma de esteriorizarse
en el campo político.

Todas las guerras han nacido empujadas por la espoleta que activa a la ambición y dominio de los mercados y sus materias primas, al control geopolítico de los espacios.

La nueva guerra ucraniana, que últimamente ha tomado su forma más cruenta, lleva existiendo ya muchos años, aunque con otras maneras de expresión, en las que se han alternado los enfrentamientos militares con la guerra fría que, como placas tectónicas, en este lento pero brusco caminar, están llegando al enfrentamiento de los grandes bloques políticos y militares.

En esta situación mundial, donde lo viejo se resiste a morir y a lo nuevo se le impide nacer, las gentes del pueblo, que es de donde debía salir la respuesta y alternativa a este sistema explotador e inhumano, muere y derrama su sangre en los campos y ciudades.

En este descalabro internacional, el PSOE de Sánchez da un paso más en la lucha interna de su partido. De aquel «DE ENTRADA NO», ha pasado a convertirse en el Guerrero principal de la OTAN, ha mandado armas a Ucrania, ha roto con el pueblo saharaui, al que ha puesto en los brazos de la monarquía alauita, que se encuentra en la órbita del dominio de Estados Unidos. Este movimiento, del otras veces sagaz Sánchez, ahora, como correveidile del imperio americano, ha provocado el enfrentamiento con Argelia, nación que se encuentra bajo la influencia China, y que España compra el 43% del gas que consumimos.

Todas las fichas están en el tablero y, según están colocadas, podría interpretarse que están en el inicio de un conflicto a escala mundial, donde España estaría metida hasta las orejas.

Estos pasos que ha dado Sánchez, de espaldas a la dirección de su partido, a los acuerdos congresuales del PSOE y de su socio de gobierno, UNIDAS PODEMOS, los está intentando vender como éxito, a través del periplo europeo que se ha marcado. Somos muchos los que pensamos que Sánchez está buscando la forma de allanar el camino para desembarazarse de las críticas internas y externas de Unidas Podemos, y de la racha ascendente de Yolanda Díaz, para lo cual, puede estar planteándose adelantar las elecciones.

Ante este panorama nacional e internacional, aparece el «MODERADO» Feijóo que, con una de cal y otra de arena, está asumiendo el discurso que le dejó encima de la mesa la bisoñez de Casado. Las tragaderas de este Feijóo son grandes, ya ha asimilado el programa de la extrema derecha, negándose a reconocer la violencia de género y abriendo las puertas para que VOX se instale en el Gobierno de Castilla y León.

Ante esta realidad, aparece la necesidad de hacerse la gran pregunta: ¿Qué hacer?
Estamos a 14 meses de las elecciones municipales y a unos cuantos meses más de las nacionales, si es que Sánchez no las anticipa.

Son tiempos de negociaciones, de pactos, de trabajo en común. Nunca ha estado tan claro y tan amplio un espacio político a la izquierda del PSOE.
Es necesario recordar que las siglas son un medio, nunca un fin en si mismas. Son tiempos de poner en práctica las consignas que se distribuyen en los escritos, que se gritan en las manifestaciones.
Son tiempos en que no debe importar quién es el el cabeza de la lista electoral y quién es el que ha cierra.
En definitiva, es el momento de demostrar desde la coherencia, desde la generosidad, de ser lo suficientemente flexible y capaz de asumir los diferentes matices que existen dentro de este espacio político de la izquierda y asumir, en la práctica, sus valores.