Los audios de Ferreras invierten la democracia, Sánchez guarda silencio

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Por Rufino Hernández

El majestuoso Berrueco se ha cubierto de calima. Los pinos de sus laderas parecen pintados por algún pincel surrealista. Las calles del pueblo permanecen vacías. Aves y vecinos buscan sus escondites para librarse del sopor y dormidera que produce este tórrido verano.
Hasta el whatsapp se calla, no hay mensajes, y el ordenador funciona más lento. Rompen esta tendencia los audios, los bulos y mentiras e hipocresías de Ferreras (un zorro colocado por Florentino en el gallinero de la SextaTV), con la protección del exministro
Fernández Díaz, del intrigante Villarejo, del mercenario Inda, que, junto a funcionarios de altos departamentos gubernamentales, las redes están copando la totalidad de la información telemática.
El poder político se siente molesto y, hasta Pedro Sánchez silencia la noticia y pone a su cuadrilla informativa pesebrera, a potenciar otras noticias que hagan de tapadera de los mencionados vídeos de las cloacas.
Los calores siguen apretando, pero la máquina del poder no se detiene, Pedro Sánchéz, en este debate de la nación, muestra sus diferentes caras del prisma. De la primera de ellas, guardada hasta ahora en el baúl de sus recuerdos, saca la cara de progresista y de izquierdas, aúnque haya tenido que robar las propuestas a Podemos, su socio de gobierno.

Al día siguiente, cuando todo el encerado lo tenía pintado de rojo, saca otra cara, la militarista, con colores del imperio americano, coincidiendo con el PP, y aprobando subir los gastos militares hasta el 2% del PIB.

La tercera cara de este prisma triangular, en la que guarda las inconfesables ocultaciones, la muestra en color marrón, en la que justifica los crímenes de Melilla, sus cambios políticos respecto al Sahara, a Marruecos, a Argelia, a la compra del gas al imperio, ocultando los precios más elevados, y el no asumir la creación de una empresa eléctrica nacional.
Mientras todo esto ocurría en el Congreso, las calles permanecían desiertas, y sus gentes en la siesta, huyendo de la calorina veraniega.
Los diputados escuchan al oráculo de las tres caras con sus trajes bien abotonados y con las corbatas ceñidas al cuello. En el Congreso no hace calor, allí no han llegado los recortes ni las restricciones.

El pueblo de vacaciones, cubriendo las arenas de las playas, queriendo recuperar los dos años robados por la pandemia. Los calores colman sus expectativas, broncean sus cuerpos, consumen fríos refrescos y gastan sus ahorros, sin quererse enterar de lo que sucede en el Congreso, ni del colapso del que hablan los científicos.
El marginado y el poeta, desde su rincón, lanzan sus notas y palabras. Nadie les escucha, la música que producen no es de pandereta, ni pasa por la sacristía.