«Desde el balcón», la columna de Rufino que dedica todos los domingos a las personas «Radioablantes», da un bombillazo a esas oscuras inspiraciones de madrugada del ministro Escrivá, » 12 mil euros para quien se jubile más tarde».
El ministro Escrivá sigue con sus serpenteos, con su estrategia de distracción. Ya lo hizo al tratar la brecha de género, ahora lo vuelve a hacer, está vez con la ampliación de la fecha de jubilación. La diferencia es que ahora ofrece una zanahoria a quienes aumenten sus años de trabajo.
Esta vez se remanga, ofreciendo hasta 12.000 € a quienes quieran aumentar sus años de trabajo.
Esto que a primera vista pudiera parecer un apoyo económico a los jubilados, al hacernos la pregunta de a quién beneficiaría, la respuesta se nos muestra de forma clara y sencilla: a los que tienen trabajos físicamente más cómodos, coincidiendo con ser los trabajadores que suelen ser los mejor retribuidos.
Esta medida no servirá para nada a los trabajadores de la restauración, a los de los bares, a los de comercios, a los que trabajan en las diferentes ramas de la construcción, a las kellys, etcétera.
A estos grandes sectores, que incluyen a la mayoría de los trabajadores, debido a la dureza de sus trabajos no pueden ni podrán ampliar sus años de jubilación y, por si fuera poco, estos sectores tendrían que contribuir económicamente a pagar ese aumento de jubilación de ese primer sector más favorecido.
Escrivá, como representante de la banca y de las aseguradoras en el Gobierno, sigue decidido a privatizar el sistema público de pensiones, lo quiere hacer a través de los fondos privados de empresa, quiere recortar las pensiones más de un 6% a través de aumentar hasta los 30 años el periodo trabajado, sobre los que se calcula el monto de la pensión a percibir.
Con esta nueva norma que quiere imponer, al peor de los estilos de la patronal, intenta dividir a los y las pensionistas.
Este ministro olvida que fue en el parlamento español dónde se firmó la Carta Social Europea, una carta que pide al Gobierno español que las pensiones mínimas no sean inferiores al 60% de la media de todas las pensiones en su conjunto. Esta cantidad superaría los 1100 euros actualmente. El movimiento de pensionistas es más razonable, pide que la pensión mínima sea igual al salario mínimo actual, 950 €, y que esté sea, de forma paulatina, aumentado hasta que llegue a ese 60% que nos dictan desde Europa. Así que el señor Escrivá debía olvidarse de los recortes y ser más europeo.
Este ministro se niega a ver el problema de las pensiones en todo su conjunto, de forma holística. En esta provocada ceguera se niega a ver a un 40% de nuestros jóvenes en paro, de los cuales una gran parte de ese 60% que trabaja, lo está realizando con sueldos precarizados. A ninguno de ellos quiere ver, sin embargo, Escrivá erre que erre, sigue decidido en aumentar la fecha de jubilación de nuestros mayores. Es injusto, es incoherente, es inhumano.
¡Señor Escrivá, olvídese de los intereses de la banca y de las aseguradoras, quítese los parches oculares y permítase ver a nuestros mayores!