Crecer o decrecer, la naturaleza impondrá su Ley

«Desde el balcón», Rufino escribe esta columna haciendo preguntas y lanzando cuestiones acerca de la «nueva normalidad» y las mentiras de la pandemia. Las farmaceúticas gobiernan.

Hace unos días, desde la Comisión Europea nos decían que Europa está preparada para atajar a posibles epidemias sanitarias que, sin duda, aparecerán. Desde hace tiempo, ni los medios de comunicación, ni los partidos políticos, ni los diferentes gobiernos se atreven a pronunciar aquella tan manida frase: «se llegará a la nueva normalidad» .

Nadie nos cuenta el origen ni el por qué, de la actual pandemia, ni de las que dicen que vendrán.
La Comisión Europea, como hiciera un mal médico, nos ofrece medidas paliativas, vacunas no acabadas, mascarillas con diferentes eficacias y nos imponen nuevos comportamientos sociales para superar sus estragos, pero, salvo las gentes del mundo científico, nadie nos dice del origen, y menos aún se atreven a poner medios para evitar nuevas catástrofes.
Ni los gobiernos, ni las autoridades sanitarias han puesto en práctica los múltiples estudios realizados por ambientalistas, biólogos. epidemiólogos y ecologistas, mientras que hasta en los bares, en las calles y en las plazas se habla de las islas de plástico, de la obsolescencia programada, de la cultura de usar y tirar, de las modas.
Si a todas estas situaciones sumamos el hecho de que son las grandes multinacionales farmacéuticas las que controlan a las instituciones sanitarias europeas y mundiales, creando infinidad de intereses económicos y políticos, está claro que se multiplican los problemas.

Esta crisis sanitaria, Económica y política que ha provocado el covid-19, ha venido a tapar otras crisis que veníamos arrastrando y que aún están sin resolver, es más, nos muestra que el actual sistema económico y político que nos rije está agotado, hace aguas por todas las partes. Se ha convertido en una ratonera en un método de extinción de todas las especies, del medio ambiente, del género humano; sin embargo nos siguen empujando a consumir como a necios.
Hace ya muchos años que han dejado de concebir al ser humano como herramienta productora, ya llevan épocas considerándonos como simples consumidores, creándonos necesidades a través de sus publicidades.

Es su único objetivo, es su única medida para mantener sus vidas, sus placeres.
Se hacen presupuestos del estado, de los pueblos, de las autonomías, y da vergüenza, todos hablan de un crecimiento económico.
Ningún partido político se atreve a hablar claro, de la necesidad de otra forma de vivir, de que la solución no está en el crecimiento infinito, si no en implantar otros medios de distribución de la riqueza.
Los que controlan los paraísos fiscales, las multinacionales, sus correveidiles políticos, todos conocen el problema, todos saben que no es posible seguir viviendo así, que hay que cambiar, que ellos mismos se están autoenvenenando.

Sin embargo, nadie mueve una sola paja que busque salidas, que de pasos para implantar una solución.
El género humano lleva la imbecilidad como escudo. Hemos aprendido a construir grandes transatlánticos, grandes satélites, grandes cerebros electrónicos, pero no hemos aprendido a liberarnos de la ambición.

Los grandes capitales, mundiales y nacionales saben que el planeta se derrumba, pero ellos viven muy bien, quieren seguir siendo los mismos caciques en la nueva era que terminará por imponerse.