«Desde el balcón» Rufino Hernández hace un breve análisis sobre la muerte y desaparición del Instituto Municipal de Cultura en el ayuntamiento de Burgos
Es difícil saber de quién es la autoría del sainete que el pasado día 3 se presentó en el Monasterio de San Juan, durante el pleno del Ayuntamiento de Burgos.
La puesta en escena fue innovadora: todo el elenco de actores asumieron el papel de gallos de pelea, incluso algunos de ellos, los más beligerantes abandonaron el escenario, acciones que para los espectadores más avispados, les causó grandes momentos de hilaridad.
Desde hace varios meses la concejala Margarita Arroyo ( Podemos), venía denunciando la falta de reuniones en el consejo del IMCyT, pero siempre recibía las mismas respuesta: un silencio que sonaba a invisibilizar, a desprecio.
Arroyo desconocía que alguien estaba escribiendo el guión del sorprendente sainete, ella lo achacaba al desprecio a la participación que el bipartido viene haciendo en otros canales participativos, como en el consejo de mayores.
Ahora, con unos días de distancia, se puede descubrir que cada uno de los grupos municipales tenía otros intereses ocultos, a los que camuflar: el señor Marañón, como partícipe del bipartito, sugirió al señor de la Rosa el cierre del IMCyT, para él es un chiringuito; esta idea fue recibida en el PSOE con los brazos abiertos, ya que el PSOE no tiene programa cultural para Burgos, les llenó de satisfacción la iniciativa del socio.
El PP fue el grupo que más énfasis puso en la interpretación de su guión, ellos, que en el año 2016, a tavés del señor Lacalle habían presentado la misma proposición, en esta ocasión asumieron el papel contrario y, con la mayor carga de ironía, todos sus actores se entregaron a fondo para intentar demostrar que son ellos los máximos defensores e impulsores de la cultura en Burgos.
Fruto de su interpretación, y con el mejor estilo funambulista, se opusieron a la proposición del bipartito gobernante, a tal grado de perfección, que hasta llegaron a abandonar el escenario.
Al grupo de Vox le tocó una interpretación sosegada, en esta ocasión asumió el guión del palmero, ya que el papel de la extrema derecha fue asumido por las filas populares.
Margarita Arroyo, al igual que el graderío, se quedó perpleja. La costaba comprender la falta de ideas que puso al descubierto el alcalde de la Rosa y la obediencia que este señor derrocha ante el moribundo grupo del señor Marañón. Por el contrario, la magnífica actuación del PP, no llegó a impresionar, quizás por ser conocido el cinismo de la escuela pepera, de todos es sabido su capacidad para la mentira, el pillaje y la depredación.
Todos tendrán que aprender lo imposible que es un progreso social, cultural y humano, si éste no va acompañado de un progreso cultural.