«Desde el balcón» Rufino hace una reflexión sobre la marcha de la política institucional de Pablo Iglesias, el profesor.
Tengo que reconocer la falta de que siento con el personaje Pablo Iglesias. Lo conocí en Burgos, durante la presentación del nuevo proyecto político que hizo en esta capital, junto a Teresa Rodriguez.
A lo largo de su intensa vida política institucional, como gran parte de los españoles, le he tenido que seguir, aunque en la distancia.
Era difícil no estar pendiente de las opiniones y de las formas de hablar de este nuevo fenómeno social en que se convirtió Pablo Iglesias.
Hoy, a través de estos siete años de distancia y basándome en su ingente actividad política, mi criterio sobre este profesor de ciencias políticas ha ido evolucionando.
Iglesias conectó desde el primer día con un enorme grupo de indignados, mayoritariamente jóvenes, que eran portadores de muchas anhelos y también de rabia, y frecuentemente con poca formación política que, al grito de «saltar los cielos», les parecía tener al alcance de la mano conseguir sus esperanzas.
De este primer aluvión de inscritas e inscritos, unos descubrieron la dificultad, los caminos, y los trabajos de la actividad política, que se unieron al grupo de los que ya portaban su propio bagaje, mientras que otro grupo importante, seguía pensando que hacer política era entrar en las instalaciones, en el Consejo de Ministros y encender y apagar los interruptores.
Con estas potencialidades y limitaciones, consiguieron cinco parlamentarios europeos y 69 diputados en el en el Congreso español. Ante este vertiginoso ascenso, el sistema económico y financiero se posiciona, sus fuerzas mediáticas pasan al ataque, al descrédito, incluso dan pasos al insulto.
Pero Pablo Iglesias no se amedranta, tampoco se conforma con los éxitos alcanzados, sigue el camino de sus sueños, de sus ambiciones de clase.
Hace coaliciones con Izquierda Unida y con Equo, pero los éxitos organizativos no consiguen los éxitos esperados, al contrario, en las citas electorales se pierden decenas de escaños en el Parlamento.
En los círculos explotan los enfrentamientos entre las diferentes sensibilidades políticas, aparecen los abandonos y las divisiones. Se desgaja los anticapitalistas encabezados por Teresa Rodríguez, que toma cuerpo en Andalucía. Más País, promovido por Errejón, se consolida en Madrid.
Es el momento en el que Pablo Iglesias saca lo mejor de sí mismo, de sus reflexiones, de sus estrategias. Fortalece su decisión de enfrentarse cara a cara a los diferentes poderes, se aferra al pragmatismo que guarda en su mochila, planteando pactos con el bloque de la izquierda, incluyendo al PSOE. Así consigue romper los devaneos que el capital económico y financiero mantenía con el PSOE a través del C´s de Rivera.
Partiendo del multipartidismo en que se ha fraccionado el actual Parlamento español, y del reducido grupo parlamentario en que se ha quedado Unidas Podemos, consigue que se forme el actual Gobierno de Coalición.
Desde ese 7 de enero de 2020, en que se forma el nuevo Gobierno, se puede afirmar que el mapa político español ha cambiado totalmente, no solamente en sus incidencias social, política y económica, sino también en sus argumentarios y formas. Se puede afirmar que ha sido fruto de la determinación y firmeza de Unidas Podemos, de la eficiencia del grupo humano del que ha sabido rodearse Pablo iglesias.
Desde el minuto cero de la andadura de este Gobierno de Coalición, las críticas destructivas, los bulos y las mentiras lanzadas por la extrema derecha y derecha extrema contra el Gobierno de Coalición, nunca habían existido con esta ferocidad. La principal diana ha sido Pablo Iglesias.
A pesar de estas tarascadas y las circunstancias del año de pandemia, la influencia de los cuatro componentes de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros, ha sido importante, rayando a la excelencia.
No voy a detallar aquí las importantes políticas realizadas desde los ministerios de Unidas Podemos, no es el objetivo de este escrito, lo que sí quiero decir y recalcar, es el cambio de rumbo que se ha producido, y el camino abierto que se ha dejado, facilitando los nuevos cambios necesarios a realizar.
Esto no ha sido gratis, los foribundos ataques y animalización con que ha sido tratado Pablo Iglesias, han producido un deterioro moral y político importante. Esta situación le forzó a dar el salto a la política madrileña, y de ella, al abandono de la política institucional.
Lo ha hecho con tanta dignidad, con tanta honradez, con tanta claridad, que su actitud será reflejada en la historia política y parlamentaria de este país.
Su adiós, en el mismo día de las elecciones madrileñas, a pesar de haber conseguido un número importante de concejales y votos, se despidió con una clase magistral de alta política.
Sé que no te vas a ir de la política. Nada más me queda decir: Gracias Pablo Iglesias, hasta luego profesor.