«Desde el balcón» de Rufino Hernández
Entramos en épocas de balances.
Estamos en los días de las uvas, del cava, de la fiesta del fin y comienzo del nuevo año, unque no para todos sea igual. También son los días de cerrar los ejercicios económicos y, como no, de hacer balance de los proyectos vitales.
Nosotros y nosotras también estamos llamados, a revisar nuestro transitar, a echar nuestra vista atrás y descubrir las piedras que hemos quitado y nos han vuelto a echar en nuestro camino. Necesitamos saber en que realidad estamos y las perspectivas y fuerzas que tenemos para afrontar los nuevos tiempos.
Venimos de un ciclo, aún no terminado, en el que ha coincidido una crisis sanitaria y un primer gobierno de coalición, que ha tenido que caminar sobre la crisis del 2008, aún no resuelta. A estas dificultades hay que sumar la entrada de la extrema derecha en Parlamento con un número importante de diputados, una extrema derecha heredera directa del ideal franquista, de la dictadura, y del trumpismo mundial, y con capacidad de arrastrar a sus postulados a una derecha guiada por la inmadurez política de un ambicioso líder, carente de suficiente aplomo como para dirigir al mayor partido de la oposición, lo que ha creado un clima de crispación y falta de entendimiento ante los desastres sanitarios y económicos que ha provocado la pandemia.
Los confinamientos, las distancias, las imposibilidades de reuniones sociales impuestas por el Covid, han causado una parálisis generalizada en todo el tejido social. A pesar de todo, se han realizado importantes movilizaciones económicas, como las de Cádiz, y políticas, como la de Cataluña y Marinaleda.
Llegado a este punto, es necesario comentar la experiencia del movimiento de pensionistas. Estaban en plena expansión organizativa y de actividades, cuando apareció el latigazo del Covid.Sin embargo, este movimiento encabezado principalmente por las organizaciones de pensionistas vascas, y a nivel estatal, por la Coordinadora Estatal de Pensionistas (COESPE), se han convertido en punta de lanza de los movimientos sociales, se han tenido que adaptar a la utilización de las nuevas tecnologías de comunicación, lo que les ha permitido aumentar su coordinación estatal, afrontar y poner en evidencia el desastre de las residencias de mayores, y el de sus responsables, las comunidades autónomas. Han sido unas de las voces que a más alto nivel de decibelios han elevado sus denuncias, para hacer visibles las deficiencias de nuestro sistema sanitario y demás servicios públicos.
La principal y más exitosa actividad de este sector, ha sido el sacar de su secretismo al Pacto de Toledo, forzando a que estuviera presente en la mesa de todos los medios de comunicación y telediarios, descubriendo, para el gran público, el origen de las ideas privatizadoras del Sistema Público de Pensiones, idea principal que yacía en las entrañas de ese pacto, y que fue propuesto y firmado en 1995 por Jordi Pujol, como portavoz del poder financiero, y por Felipe González.
En plena pandemia, el 16 de octubre del 2019, estos pensionistas fueron capaces de organizar dos marchas, una que salió desde Bilbao y otra desde Rota. Organizaron más de 150 autocares que, repletos de pensionistas, salieron desde todos los rincones de España, para hacerse coincidir en una gran manifestación en la capital del reino, para enfrentarse al Pacto de Toledo y el proyecto que presentaba el ministro Escrivá, que es apoyado por el poder financiero y por el mal llamado «diálogo social».
Este pasado 2021, y en las mismas fechas, se han vuelto a manifestar masivamente en Madrid con los mismos objetivos.
Aunque lo más llamativo hayan sido estas dos manifestaciones, a donde se ha podido medir el músculo y fortaleza de estos pensionistas, ha sido en sus concentraciones semanales, donde, lunes tras lunes y a lo largo de más de tres años, han ocupado calles y plazas exponiendo sus inquietudes, leyendo sus comunicados en gran parte de los pueblos de todo el territorio español.
Tampoco podemos olvidar las múltiples conferencias, vía online, en las que se han dejado a asesorar por prestigiosos catedráticos de Economía y de otras materias.
Ellos mismos, aconsejados muchas veces por sus nietos, se han tenido que instruir en esta materia de informática, lo que les ha permitido salvar muchos de los obstáculos que imponía la pandemia y así, aumentar su capacidad formativa y organizativa.
Todos estos avances de organización interna, les ha facilitado para conseguir importantes apoyos de diferentes grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, y una valiosa e importante colaboración del grupo minoritario del actual gobierno de coalición, Unidas Podemos.
El PSOE, que debiera ser un interlocutor importante de cara al mejoramiento y de las pensiones y de los servicios públicos, no ha abierto la puerta de sus despachos. Este partido, fiel a su reconversión socialdemócrata de Suresnes, viene siendo el mejor gestor que tiene el capitalismo. Fruto de sus políticas, vieron la luz la reconversión industrial, la entrada en la OTAN, la creación del Pacto de Toledo, las reformas laborales y del sistema público de pensiones, que fueron la base para que los gobiernos del PP llevarán acabó sus nefastas reformas.
La lucha de este sector de mayores sigue extendiéndose, aparecen y siguen creciendo las coordinaciones con otros movimientos sociales, con otros sindicatos, y es que no pueden parar, la reforma del ministro Escrivá, apoyado totalmente por el sector sanchista del Gobierno, y las cúpulas de los sindicatos CCOO y UGT, sigue su curso privatizador.
La «mochila austriaca» está camuflada en los planes privados de empresa que, junto el gran fondo de pensiones, de gestión público-privada que intentan poner en macha, de aprobarse en el Congreso de los Diputados, llevaría a la privatización del Sistema Público de Pensiones.
Este ataque a los presentes y futuros pensionistas, se ha convertido en un ataque a toda la sociedad española, así lo vienen entendiendo un número cada día más importante de toda la ciudadanía. Así lo vienen expresando y dándolo a conocer: si el problema es de toda la ciudadanía, es esta ciudadanía la que tiene que ser llamada a poder aportar la solución.
Este colectivo de pensionistas ya tiene preparado, de forma unitaria, una nueva jornada de lucha social el día 13 de febrero, y es que estos jubilados, en épocas anteriores considerados por los dos grandes partidos políticos como una almacén de votos, son cerca de los diez millones, se han convertido en un colectivo que ya ha salido de aquella atonía, para convertirse en elemento que puede cambiar la correlación de fuerzas de cualquier gobierno.
Hoy toda la sociedad estamos llamados a compartir su eslogan:
Gobierne quién gobierne, las pensiones y los servicios públicos se defienden