Por Rufino Hernández
Felipe Juan Pablo Alonso de Todos los Santos de Borbón y de Grecia, nació en en el año 1968. Un año conflictivo que tuvo que superar conjuntamente con el peso de su largo y dependiente nombre.
Desde sus tiernos y primeros días tuvo que soportar este larguísimo nombre, aunque meses más tarde, cuando empezó a balbucear, y más tarde, cuando intentó aprenderse de carrerilla el nombre completo, le sirvió como terapia logopédica ante cualquier herencia cognitiva que le pudiera sobrevenir.
Otra pesada carga que ha tenido que soportar desde su más tierna edad, ha sido su enorme dependencia: de Todos los Santos, de los Borbones, de Grecia. Si a todos estos traumas infantiles le sumamos el producido por el hecho de haber nacido en un año convulso, la cosa se complica.
Toda esta onerosa carga la ha tenido que compatibilizar con múltiples pluriempleos: con aprender a ser rey, con las clases y deberes de los Rosales, con los pupitres canadienses, a los que siguieron sus compromisos cuarteleros, donde tan sólo en cuatro años consiguió los títulos que a otros mortales les cuestan catorce años de chusco y marmitas. Así fue amasando galardones, hasta conseguir el titulo supremo, el que le concedió su propio padre, el de «El PREPARAO» de Todos los Santos, amén.
También tuvo que aprender a guardar silencios ante las juergas locas de su padre, a ocultar las escapadas en moto que, ocultado bajo un casco, se dirigía a sus lujuriosas visitas al burdel o al amancebamiento con su querida de turno. También tuvo que aprender a no tomar partido ante los cuernos que, con estoicismo heleno soportaba su mamá.
Todo el aprendizaje de esta etapa juvenil y veinteañera, le sirvió para superar con nota las nuevas aventuras que esperaban a este Borbón, a este «preparao». Le debe haber sido muy duro el ver a su padre aumentar de forma exponencial su anterior y escuálida cartera, verle saltar de desiertos petrolíferos a paraísos fiscales, a las bribonadas del Bribón, a las monterías privadas con compañías exóticas. Toda una enorme y lucrativa actividad para un hombre con un historial académico raquítico. Su principal sabiduría entraba por su cartera y le salía por la bragueta, pero a Felipe no le achicó esta conducta, al pobre, al contrario, le fue fácil acomodarse a ella, las tarjetas black del papá hacen maravillas.
Apareció el 18 de junio del 2014 y, como en todo los cuentos, también a los rosa, llegó su final. Después de tantas caídas y levantadas, de tanto amasar fortunas, de tanto estar por encima del bien y del mal, se rompieron las compuertas y aparecieron los desagües. La prensa canalla rompió los silencios y, viéndose este rey campechano descubierto, con semblante decadente, se vio obligado a dimitir, a abdicar en su hijo Felipe.
Ese mismo día comienza el reinado del mejor preparao de todos los borbones. Eran muchas las voces que esperaban que, después del campechano, vendría la república, pero no ha sido así. Se marchaba uno y venía otro con las mismas lecciones aprendidas: sacaba las garras heredadas para seguir unido al poder y a las mieles que del poder emanan. Pero el reinado de Felipe no podía seguir siendo todo igual. Se habían roto muchos puentes, Felipe ya no podía utilizar los teatros que se habían montado antes, durante y después del 23F, y la herencia que le dejaba su papi estaba envenenada. Sabía que por una parte importante de la ciudadanía no era bienvenido, por ello, le aconsejaron que diera un paso atrás, que se recluyera y tuviera la menor exposición pública posible. Así lo ha venido haciendo, hasta que llegó el conflicto catalán, donde sacó su patita, dejando claro su forma de pensar y su coincidencia con las políticas más conservadoras.
Últimamente le han llegado cartas de los cuarteleros, pidiéndole dar un paso al frente contra los 26 millones de » hijos de puta» que apoyan al legítimo y democráticamente elegido gobierno de coalición actual.
Llega el tradicional discurso de Nochebuena. Esos «26 millones de hijos de puta» condenados a muerte, esperaban alguna palabra de alivio del jefe del Estado, pero al preparao le ganó la mudez, ni habló de la amenaza de los generalatos, ni de la huída de su «viejo» al lujo lujurioso. Al día siguiente del discursito cansino, (¿un año para preparar eso, preparao?) muchas voces de los amenazados se hacían oír, soportaban otra humillación e indignación. Otros se mostraban satisfechos, mostrando su contento por la contribución que, de forma no intencionada, Felipe ha dado con el imparable camino hacia la república.
Últimamente, solo la dirección ejecutiva del PSOE le apoya, la militancia de este partido sigue proclamándose republicana. La tercera se acerca, hasta tanto, las cabezas pensantes se plantean seguir consiguiendo valores republicanos.
Una saga que pasa por las revistas del corazón pero no por los Juzgados, el manguis versus campechano y el preparao.